Esta historia ocurrió el fin de semana del 20 al 21 , pero como no he podido actualizar hasta hoy, debido a los “OKUPAS” que tengo viviendo en casa.
Bueno pues básicamente quedamos con el Patrick Sanfran, el gran gurú francés del buceo (ex colega de Custeau y que sabe demasiado de cómo se hundió el Rainbow Warrior en Mururoa, sospecho que porque lo hundió un amigo suyo) y nos pasamos el fin de semana buceando, 5 inmersiones, en Anilao (un sitio precioso a tres horas de Manila) en el “Arthur´s place”, un hotel muy recomendable; bueno, bonito y barato.
Como en otras ocasiones fuimos con los tres mosqueteros de la Ofecomes, Carlos Efe, Ana Regina ó Ziggy, Patrick y su hijo Alexandre; y por último George, de quien no tengo fotos porque no se ha dejado.
Las inmersiones fueron bastante bien, la verdad es que se nota la diferencia y mucho, cuando tienes un equipo de calidad (en mis inmersiones en piscina el fin de semana anterior las gafas me goteaban y mi bombona flotaba a su discreción); cabe mencionar (mamá no te preocupes estas anécdotas son normales):
· Que al pobre Pablo se le rompió el regulador en la primera inmersión y que además se quedó sin aire en la cuarta así que Carlos Efe se lo tuvo que llevar a superficie; encima en la quinta le dolían los oídos y también tuvo que parar.
· Los hombre asiáticos (George y Alexandre, quien es Indonesio-Francés) abortaron una inmersión cada uno a causa del frió 27Cº, deben de ser los genes.
· Mi bombona se fastidió antes de la tercera inmersión, pero gracias al entrenamiento de Patrick, supe verlo a tiempo y cambiarla (Conocer el equipo y montarlo tu mismo siempre compensa); además un marinero filipino, sin querer, me descolocó en chaleco de un golpe y me paso la cuarta inmersión recolocando el cilindro.
Arthurs´s Rock es un parque natural acuático, bastante chulo, básicamente vimos peces, corales, y alguna que otra morena; en la tercera inmersión hicimos un ejercicio de orientación y nos perdimos un poquito, y en la cuarta inmersión fuimos a ver “Catedral” que básicamente es un monte submarino con una cruz sumergida bendita por Juan Pablo II.
Resumiendo, ya somos PADI Open Water (ya era hora), un viaje precioso que merece la pena.
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